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Tuesday, 24 August 2010

"Para los hombres, no somos una fantasía inalcanzable" - Gente - Julio 2002

Pamela David y Silvina Luna


Infartantes
Detestan el gimnasio y no siguen ninguna dieta. Las medidas de Silvina -que acaba de agrandar su "escote"- delatan generosos 95-63-93. Pamela -que admite haberse hecho lolas hace unos años- no se queda atrás: 93-64-93.


 

Son sobrevivientes de reality shows. Con contundentes medidas que las alejan del parámetro de las modelos, tienen tantos admiradores como las más cotizadas top. En estos días, las chicas suman una coincidencia más: a las dos se les adjudica romances con personajes conocidos. Silvina, con Antonio Banderas, y Pamela, con el colombiano Juanes.


Silvina Luna respira hondo y exhibe orgullosa su nuevo escote.


-Dejé los push-up -confiesa aliviada.

-¿Se refiere a los corpiños con relleno?

-Exacto. Me operé las lolas hace un mes y ahora tengo lo mismo que antes, pero la única diferencia es que ya no necesito los push-up.
Sin pudores, la ex Gran Hermano confiesa así su evidente paso por el quirófano de la belleza. Luego dirá que sus medidas hoy alcanzan contundentes 95-63-93.
-Sin embargo, en los tiempos de Gran Hermano usted ya se decía orgullosa de su escote.

-Es que yo venía bien de arriba, las tenía bien puestas, pero necesitaba los push-up para darles mejor forma.

También en camarines, Pamela David se sonríe. Ahora examina las nuevas curvas de Silvina.

-Te quedaron bárbaras -concluye, experta.

Silvina: -La verdad es que estoy chocha. Siento que las lolas están en armonía con mi cuerpo, que no me hice nada exagerado.

Pamela: -Yo sí que exageré (ríe). Me operé hace algunos años y mis lolas me dieron mayor seguridad. Hoy ya me olvidé de que son siliconas; para mí, son mías.
Frente a cámaras, Pamela y Silvina posan para quitar el aliento. Conocen el oficio: pese a que sus medidas superan los perfectos 90-60-90, las dos son modelos e integran la agencia de Ricardo Piñeiro. Sin dudas, responden a la demanda de los tiempos modernos en los que se las prefiere más pulposas y menos lánguidas.
-Dicen que, lejos del estereotipo de la clásica top-model, muchas chicas se identifican con ustedes…

Pamela: -Sí, dicen que parecemos "chicas reales". Pero yo creo que eso tiene que ver con nuestro paso por la televisión: la gente sabe cómo somos, hasta los detalles más íntimos.

Silvina: -Seguramente, al vernos tanto en la tele, para los hombres no somos una fantasía inalcanzable.
-Sin embargo, ustedes se permiten también algunos centímetros de más, cosas que en el mundo del fashion pueden ser considerados "defectos"…

Pamela: -La verdad es que todas fantaseamos alguna vez con ser rubias. O a mí también me hubiese gustado ser veinte centímetros más alta… Más de una vez, durante las producciones de moda, miro a las chicas y digo: "¡Guau, qué lomo!". Pero no pasa de ahí, no ser de las flaquitas no es algo que me acompleje.

Silvina: -Yo tuve la experiencia de haber subido de peso, algo que a cualquier mujer le puede pasar, y no lo viví como algo traumático. Ahora voy al centro de estética III Milennium, adonde bajé seis kilos y recuperé mi peso ideal. Pero no soy una obsesiva con mi cuerpo: no hago dietas y tampoco me mato en el gimnasio, porque me aburre. Prefiero tomar clases de baile y comer sano. El invierno es un problema: hay muchos chocolates dando vueltas (ríe). Además, así como hay hombres que mueren por las más flacas, otros prefieren a las pulposas como nosotras.
Sobrevivientes de los reality shows y "chicas reales", Pamela (ex El bar) y Silvina (ex Gran Hermano II) sumaron una nueva coincidencia en las últimas semanas.
-A las dos les adjudicaron romances con personajes reconocidos…

Pamela: -¿A vos con quién te cruzaron, Sil?

Silvina: -Con Antonio Banderas.

Pamela: -¡A mí también! El otro día me llamó un periodista y me dijo que me vio en un hotel tomando el té con Banderas. Me debe de haber confundido con vos…

Silvina: -No, imposible. Cuando dijeron que estuve con él, yo estaba en Ushuaia haciendo una producción de fotos para GENTE. A Banderas no lo conozco, no lo vi nunca en mi vida. Pero no me hago drama, preferí tomármelo con humor…
-Imagino que tampoco ha de ser terrible. Antonio Banderas parece un buen candidato.

Silvina: -Sí, pero dijeron que fui al hotel encubierta, disfrazada… Al principio me ofendí porque sentí que me trataron como a un "gato". Yo soy una mina romántica y no me voy a tirar encima de un tipo sólo porque se llame Antonio Banderas.

Pamela: -Además, ahora está feo. Me encantaba, me parecía el más lindo de todos, pero cuando lo vi con esa barba… Todo mal.
-De usted, Pamela, se dijo que vivió un tórrido romance con el colombiano Juan Esteban Aristizábal, cantante de Juanes…

Pamela: -Sí, ya lo escuché. Pero tampoco es cierto. A Juan lo conocí en los estudios de MTV y me pareció un tipo divino. Pero no pasó nada; si no, lo reconocería sin problemas.



-Definan su estado civil, por favor.

Pamela: -Yo estoy de novia. Hace un mes y medio comencé una relación con un chico que no tiene nada que ver con el ambiente.

Silvina: -Y yo sigo sola. Todavía no encontré a alguien que me parta la cabeza. Cuando aparezca, te aseguro que me pongo de novia, porque tengo muchas ganas de estar bien con alguien.
Silvina pronto debutará en teatro junto a Emilio Disi y Tristán con La noche de las pistolas frías. Mientras tanto, espera también alguna oferta para regresar a la televisión. Pamela continúa al frente de su consultorio sentimental en el programa Conexión, de MTV. Y en algunas semanas tendrá la difícil misión de seducir a Guillermo Francella a través de la pantalla de Telefé.
-¿Les ofrecieron vestir plumas en un escenario de revista?

Silvina: -No todavía, pero es algo que me divertiría muchísimo.

Pamela: -Todas quisiéramos ponernos plumas alguna vez. La fantasía de la vedette existe.

por Jorge Martínez Carricart

fotos: Christian Beliera

asistente: Aíto Beliera

producción: Sofía Delger

(agradecimientos: Aridza Bros, Ona Saez y Ricky Sarkany)

http://www.gente.com.ar/nota.php?ID=3564

El peor momento de la vida, en vivo - Agosto 2002

Reírse del otro -nada de "con el otro"- es una modalidad que ha perdido todo límite



En la década pasada, casi inmediatamente después de ser acuñada por Jorge Rial, la frase "figuración o muerte" se convirtió en la síntesis perfecta del entusiasta maridaje entre la sociedad del espectáculo y una corriente política que en su estrategia para gobernar el país nunca disimuló su encandilamiento por la farándula.
Más de dos años después del momento en que el menemismo dejó el poder, el dicho del flamante director de programación de América conserva plena vigencia, ahora en el interior del siempre alborotado universo televisivo.
El natural afán de figuración que en todo momento sostiene el deseo de ingresar en el mundo del espectáculo adquiere en estos tiempos perfiles francamente desmesurados. Si en una etapa no muy lejana algunas estrategias electorales alentaban a los políticos a hacer cualquier cosa -inclusive el ridículo- con tal de ganar algunos minutos en pantalla, esta conducta hoy arrastra a decenas de personas. Algunas, desde el anonimato, están resueltas por todos los medios a ganar aquellos 15 minutos de fama fugaz de los que hablaba Andy Warhol y otras, con expectativas ciertamente profesionales, pretenden luchar por un lugar entre las luces y las cámaras y conservarlo, si es posible, por un período prolongado.



Pamela David es un ejemplo consumado de esta segunda categoría, en la que se encuentra la gran mayoría de quienes participaron en las ruidosas experiencias de los reality shows que la TV impulsó ampliamente el año último.
Varios de los competidores de las dos versiones de "Gran Hermano" y "El bar", que en su momento estuvieron fugazmente en boca de todos, hoy sólo son recordados por los rastreadores de detalles para la historia de la TV. Pero otros, como la bonita David, tuvieron más suerte y lograron con una presencia en los medios más o menos continua la satisfacción de aquellas expectativas iniciales.
Lo que David seguramente no llegó a imaginar es que uno de los "requisitos" que llegaría a cumplir para sostener su permanencia en el aire televisivo sería exponerse a los avances exhibicionistas de uno de los integrantes más representativos de "El show de Videomatch".
Desde hace un tiempo, el programa de Marcelo Tinelli asigna a José María Listorti la misión de participar -la mayoría de las veces como instigador y algunas pocas como víctima- en los sketches con cámaras ocultas o "cómplices" que en estos momentos constituyen la columna vertebral del programa.
En nombre de un modelo de comicidad que desdeña rotundamente el arte del equilibrio y de la sutileza y apuesta con ganas al trazo más grueso que pueda imaginarse, estas secuencias apuntan a reírse de alguna persona anónima o famosa que queda en ridículo frente a una determinada circunstancia, con la complicidad de familiares, amigos o colegas.
El caso extremo de esta fórmula se pone de manifiesto cuando Listorti, supuestamente alentado por quienes "preparan" la escena, vive una potencial situación de alcoba que lo termina mostrando completamente desnudo frente a su involuntaria cómplice, que jamás pensó que las cosas podían llegar tan lejos.
Al igual que Natalia Fava, surgida de "Gran hermano", la ex "El bar" David quedó expuesta por algunos interminables segundos, bajo el disfraz de un supuesto desprejuicio, a una afrenta gratuita. Sobre todo porque el efecto humorístico buscado sólo se reducía a "celebrar" con sonoras risotadas la atribulada reacción de la chica frente al audaz que se acercaba cada vez más a ella, sin ropas y con poses claramente lascivas.
De otra versión de este "juego" vienen participando semana tras semanas conocidas modelos o aspirantes a estrellas de agraciada figura. El jueves último le tocó el turno a Paola de la Torre, primero visiblemente incómoda frente a otro hombre de "Videomatch" (Freddy Villarreal) que eligió desnudarse sin aviso ante ella y, luego, aceptando a regañadientes la "broma" que todos le armaron tras recibir en el rostro el impacto de un pastel de crema lanzado por Listorti.
Con alguna excepción que nunca trasciende frente a las cámaras, las "víctimas" se someten más tarde al rito que les asegura la figuración, pero a la vez acentúa la incomodidad del televidente frente al hecho. De la Torre, como antes David, Fava y muchísimas otras figuras, acepta con su mejor sonrisa ese papel de mártir que minutos antes la había convertido en el hazmerreír general.
Todo se disculpa, todo se perdona ahora a cambio de un electrodoméstico (los viajes al exterior concluyeron junto con la devaluación) que es sin duda valioso en sí mismo, pero que a la vez marca la falta de equivalencias fijadas en el cuadro tarifario de la TV cuando se arriba al casillero de la humillación.
La sorprendente disposición de los damnificados a aceptar los premios después de sobrellevar, como bien se ilustró en el propio programa de Telefé, "el peor día de sus vidas", plantea más de una pregunta inquietante. Por un lado, "Televisión registrada" reveló al menos dos casos de figuras sometidas a situaciones de degradación exactamente iguales en dos temporadas sucesivas y, por otro, cuesta entender la cada vez más amplia disposición de actrices, cantantes o animadoras a prestarse como cómplices de situaciones que, analizadas objetivamente, no hacen más que degradar la condición femenina.
¿Será que cualquier amago de escándalo o de reacción puede arruinar las posibilidades de figuración que tanto costó lograr en algunos casos? ¿Será que ése es el resignado precio que muchos aceptan pagar con tal de mantenerse en el aire? ¿Será que, de tanto machacar, el público ahora respalda masivamente esta fórmula de muy dudoso gusto, como lo demuestra la cifra de 1.400.000 espectadores que, en promedio, alcanzó el jueves último "El show de Videomatch" sólo en la Capital Federal y sus alrededores?
"A partir de los años 80, la televisión -que en abstracto podía ser considerada el lugar público por excelencia- ha llevado hasta el final tanto la exhibición de una relación confidencial con el espectador como la puesta en escena de lugares y de contenidos íntimos: el living, el comedor, la cocina, la habitación como lugares, y lo privado, los sentimientos, las relaciones familiares y afectivas como contenidos", observan Gianfranco Bettetini y Armando Fumagalli en el libro "Lo que queda de los medios".
Una mirada veloz a la programación de la tarde en los canales de aire respalda inmediatamente esta afirmación. Y también la cada vez más entusiasta y peligrosa costumbre de la TV de husmear alegremente y sin permiso por el ojo de cualquier cerradura.
Por Marcelo Stiletano
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=421423