La noticia es que te casaste. Pero vamos más atrás. De Santiago del Estero a Buenos Aires. ¿Cuándo y cómo?
Salí reina de Turismo en 1996. Gané en Santiago del Estero y me vine a participar a Buenos Aires con las otras reinas de las provincias. Fui reina nacional. Así conocí Buenos Aires. Se me abrieron muchas puertas. Cada vez que estaba en una feria de turismo me ofrecían trabajo como promotora. A mí me encantó la ciudad. Desde el Interior uno tiene el cuco de “la jungla en que todos se pisan la cabeza”, pero conmigo fue buena la gente.
¿Cuál era tu norte?
Siempre quise ser actriz. Desde muy chiquita. Con un papel de amiga de la protagonista era feliz. Soñaba con trabajar en una novela, nada más. Pero hice de todo. Trabajé como promotora de El Trece, me acuerdo. Un día que yo estaba en maquillaje, vino Coco Fernández (directivo del canal) y me dijo: “¿Santiagueña, te animás a venir a hacer notas?”. Pensé que me estaba cargando, era muy lindo para ser cierto. No me animé. Después pensaba: “¿Por qué dije que no si lo deseaba realmente?”.
¿Y tu trabajo más raro?
Para un circo que estaba en el Alto Avellaneda. El traje era como un huevo de goma espuma arriba de la cabeza. Repartía folletos con el horario de las funciones. Era horrible. A mí me pasaron cosas muy locas.
¿Cuáles?
Una vez estaba comprando unos zapatos en la peatonal de Florida y entró Daniel Cassin. No sabía quién era. Me preguntó si era modelo, y yo siempre me tiraba a menos. Me dijo que era el dueño de su marca, y que quería que sea su modelo. A las dos semanas ya era la cara de su línea en todos los shoppings.
¿Te tirabas a menos?
Hasta hoy lo hago, a veces. No sé. Inseguridad. No tenía confianza en mí misma. Y eso que la gente me conoció pore el reality El Bar, mi trampolín, pero antes ya había hecho muchas cosas. Era la imagen de Personal en Paraguay, por ejemplo. Hacía lo mismo que Claudia Albertario acá. Me hice hiperfamosa allá. Acá me manejaba en colectivo, pichuleaba los precios en Cabildo o Santa Fe, y en Paraguay era megafigura. Bajaba del avión y firmaba autógrafos.
Hablemos de los prejuicios. Los sufriste, imagino. ¿Pero también los tuviste?
Siempre luché contra los prejuicios. Pero el más grande era mío. Cuando trabajé el mío, desaparecieron los de afuera. El mío no me dejaba. El decidir casarme, por ejemplo, fue un trabajo de hablarlo y de pensar por qué no, si lo deseaba realmente. Era esa cosa de decir que no por el prejuicio de los demás: “Ahora ellla se asegura”. Yo no quería que nada opacara esta decisión. Al final, en diciembre le dije que sí. Quisimos que nuestros hijos se sientan dentro de una estructura. Por los chicos y por nosotros, nos casamos.
¿Te costó manejar el “qué dirán” de tu relación con Vila (empresario)?
Después estar dos años en Animales Sueltos, me estaba por ir a otro canal, adelantándome al prejuicio. Ya me había pasado de no crecer por decir que no. Así que vencí ese prejuicio y me quedé para hacerDesayuno Americano. Sentía que se había borrado cualquier mérito mío. Hasta antes de que se supiera la noticia de que estábamos juntos, los comentarios eran: “¡Bravo! ¡Cómo te animás a decir un montón de cosas!”. Después: “Ah, bueno, cómo se nota que estás con fulano”.
¿En qué momento dejaste de ser la chica sexy y pasaste a ser la conductora?
El click lo tuve después de tener a Felipe (8). Hasta ahí era la Pamela sexy en Playboy, marquesinas de teatro de revistas. Me acuerdo que engordé 20 kilos pero igual hice la revista “Interviú” porque tenía la necesidad de volver. Habían aparecido chicas nuevas, jóvenes, flacas. Yo gorda y con un hijo. Quería que vieran que estaba lista para volver. El primero que me dio la oportunidad fue Gastón Portal, con quien hiceFuera de foco, en América. Fue la primera vez que me metí en la actualidad. Estaba gordita, 10 kilos arriba. Entonces ahí me di cuenta de lo fácil que es cuando sos linda y lo difícil cuando no tanto. Pero fue la primera vez que vi que puedo hacer más que ser sólo una cara o un cuerpo bonito.
¿Trae problemas ser linda?
Tiene más beneficios.
¿No genera celos?
Celos hay igual. Si no es porque sos linda es porque, no sé, tenés un buen trabajo. Yo no le encontré nada feo todavía. Siempre me aproveché. Para entrar a los lugares, pedir descuentos y todo eso.
Juan Abraham
www.clarin.com
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