“Con Daniel nunca
nos vamos a
dormir peleados”
La conductora recibió a GENTE en su departamento de Palermo y
habló de todo. La familia ensamblada, los prejuicios por ser “la esposa de”,
sus consejos para vivir en pareja, su condición de mamá estricta y la clave de
“tener los pies sobre la tierra” para volcarse a las notas sociales.
Todo es movimiento en el pent-house de Pamela David
(38) y Daniel Vila (63) en Palermo. Mientras la conductora repasa la rutina de
su programa, Felipe Lábaque – su hijo mayor– le acerca un boletín para firmar.
En eso, Lola Vila –la menor del clan– le pregunta “¿cómo me queda?” y se pasea
por el living con los labios pintados de rojo furioso. Todo ocurre justo antes
de que la cocinera anuncie que el almuerzo está listo. Y de que María Luisa
Vila (11) –hija de Daniel– se despida con un beso cariñoso y vuelva al colegio.
Entonces, GENTE es testigo de un mediodía cualquiera en el hogar del presidente
del Grupo América y la conductora de Pamela a la tarde.
–Son una gran familia ensamblada.
–Sí. Luchi vive con nosotros. Nos hace mucho bien a
todos. Es la que protege a Felipe cuando se manda alguna macana. Se complotan,
¡porque Lola es tremenda! Además del cole, Luchi estudia teatro con Nora
Moseinco y baile con Flavio Mendoza. Quiere ser artista. Se prepara de manera
muy profesional.
–¿Te cambió la rutina por conducir un programa a la
tarde, después de tantos años a la mañana?
–Es mucho mejor. Igual me levanto temprano, porque
Feli entra al colegio a las ocho menos cuarto. Lo llevo y vuelvo a desayunar
tranquila, mientras me informo, hasta que se despierte Lola. Después la llevo
al colegio y de ahí corro al canal. Vuelvo a las cinco y media, justo cuando
los chicos empiezan a llegar. De todas maneras, tienen actividades entre
semana. Felipe juega al fútbol. Lola hace natación y baile con Reina Reech.
–Te escuché decir que sos estricta como mamá.
–Sí. Y no me molesta la palabra. Igual, soy
culposa. Pongo límites y me quedo con un sabor amargo. Pero sé que así les hago
bien a mis hijos. Tengo muchas anécdotas sobre su crianza... A veces, Felipe me
pide que no cuente tanto (risas). A la noche comemos todos juntos. Ocho y media
nos sentamos, se revisan las carpetas y cenamos. Cuando yo hacía Gran Hermano
sí que fue un sacudón, porque no podía estar.
–¿Daniel también suele estar a la hora de la cena?
–Sí. Aunque en la mesa se mira Polémica en el bar e
Intratables. ¡No se puede apagar el televisor! Lo ponemos bajito y espiamos el
graf. Pero él tiene un oído con los chicos y otro en la tele. ¡Un gran
entrenamiento!
–¿Cómo te mantenés tan bien físicamente?
–¡Estoy a full! Voy semanalmente a la clínica del
doctor Rubén Mühlberger. Me hacen desde láser a pelling y me indican la dieta.
Además, dos veces por semana hago electro-fitness (ejercicio con un
electro-estimulador) Wiemspro. ¡Me da muy buenos resultados!
CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA. El 2016 fue
clave para Pamela. En abril se casó con Vila en la finca mendocina, después de
seis años en pareja. Sin embargo, este 2017 tampoco se queda atrás. Después de
siete años de Desayuno americano, debutó con Pamela a la tarde “en el canal
donde todos quieren estar”.
–¿Cuál es el desafío de hacer tu propio programa?
–Quería algo distinto. El de la mañana pasaba por
la primicia. A la tarde, en cambio, profundizamos. Además, es muy federal. Y la
gente se está enganchando. Tenemos, por ejemplo, una sección con un taxista que
sale por la ciudad y escucha a la gente, que se despacha con su realidad.
–Más política y cuestiones sociales...
–Sí, me gusta transmitir lo que les pasa a las
personas. Me tocó hacer una nota en la Fundación Manantiales con adictos en
recuperación. Trabajamos mucho para concientizar y ofrecer un servicio. Me
gustan las notas sociales. Claro que también tenemos algo de escándalo y
espectáculo, porque al público le atrae.
–¿Te haberte criado en Santiago del Estero?
–Es clave tener los pies sobre la tierra. Cada día,
cuando me levanto, agradezco que puedo desayunar. No todo el mundo tiene la
posibilidad... Soy muy creyente y me siento bendecida.
–¿Habrías estudiado algo vinculado a lo social antes
de ser modelo?
–Me hubiera gustado estudiar Psicología... Y me
apasiona el Derecho. Mi hermana es abogada. Pero es una carrera muy larga. Sí
me vendría bárbaro para ganar las cuestiones polémicas, porque soy muy
discutidora.
–Después de siete años con Vila, ¿tenés tips de
pareja?
–Sí... Y ojalá les sirvan a muchos matrimonios.
Daniel me va a matar, pero creo que la mujer es más madura que el hombre. Yo
soy la componedora. Los dos tenemos carácter muy fuerte. Así de intenso es el
amor... ¡así son las discusiones! Somos muy pasionales. Entonces, me sirve
recordar los momentos lindos que vivimos juntos. Y me hago una lista mental de
las virtudes de mi marido para que me baje el enojo. Además, entre nosotros hay
diálogo. ¡Cuando lo conocí, Daniel no hablaba!
–¿Y? ¿Lo lograste?
–Totalmente. Si te quedás con una idea, se hace una
bola gigante. Por eso nunca nos vamos a dormir peleados. A veces no es el
momento de hablar, y hay que buscarlo. Por ahí nos ponemos espalda con espalda,
pero ninguno de los dos pasa la noche en un sillón.
–¿Nunca a lo Fantino, que contó que una vez se fue
a dormir al auto?
–La vida es corta. Valoramos los momentos. Creemos
que podés comprar lo que quieras, menos el tiempo. Una noche perdida sin
pasarla juntos, es un montón.
–¿Seguís sufriendo el prejuicio de ser “la esposa
de”?
–Antes me dolía mucho. Laburé toda mi vida. Me
parecía una guachada. Era como si no tuviera méritos propios. Hoy, con el paso
del tiempo y la aceptación del público, está todo dicho. Igual, cada tanto, si
digo algo de política que molesta, me tiran con esa chicana: “Si es la mujer
de…”. Hoy me quedo con el amor de la gente.
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