La exquisita morocha de los ojos verdes fue mamá y ahora está de vuelta. La belleza de PAMELA DAVID es para volverse locos.
Aquí algunos extractos de un reportaje de la revista Pronto.
¿Te costó recuperar tu figura?
Tengo que ir al gimnasio, pero sólo dando teta bajé de peso. Todavía sigo dándole la teta a Felipe, ¡me está consumiendo! Incluso estoy más flaca que antes de haber quedado embarazada.
-¿Cuántos kilos bajaste?
-Estoy pesando 54, así que bajé 20 kilos. De cuando nació Felipe a hoy, estoy con 20 kilos abajo.
-Después de haber sido mamá, ¿sentís que recuperaste tu rol de chica sexy?
-Sí, aunque te confieso que puede ser por caradura, pero nunca dejé de sentirme sexy. Hoy veo fotos mías del verano pasado y digo: "¡Qué hija de mil!" Pero, bueno, me sentía divina. Pobre Bruno que me aguantó, pero yo estaba feliz, o sea, estaba gorda pero embarazada. Eso es súper normal, me encantó no cuidarme porque demasiado me cuidé por mi trabajo. Entonces, sentí que era mi momento y el de Felipe, no me importaba nada más. Ahora sí me siento cómoda porque volví a mi peso, y eso me sirve para mi laburo.
-En la calle, ¿notás que los hombres te miran de otra manera desde que fuiste mamá?
-No, la repercusión en la calle ahora es que se me acercan muchas más mujeres que me miran de otra manera, porque se sienten identificadas. El tema de la maternidad me acercó mucho más a la gente, sobre todo a las mujeres. Creo que eso se debe a que me ven como una chica más normal, no tan irreal. Y los hombres, por el contrario, no me ven como una mamá sino como Pamela David, la de antes.
-¿Creés que ratoneás más ahora?
-No sé si ratoneo más. Soy libriana, me gusta verme bien a mí y hoy físicamente me siento mejor. Pero no puedo negar la repercusión en la calle porque es una realidad. También me meto en Internet y me doy cuenta de eso por los comentarios de la gente. Si ponés mi nombre en un buscador, vas a ver que saltan 400 mil páginas, ¡es una locura!
-¿Con Silvina Luna qué fue lo que pasó?
-No estoy peleada con ella ni nada pero prefiero, como una opción personal, tener la posibilidad de elegir con quién trabajar. Con Silvina ya trabajé mucho pero hoy, que gracias a Dios tengo la posibilidad de elegir, prefiero cambiar. Por ahora no, capaz algún día volvemos a trabajar juntas.
-¿Si se ven se saludan?
-Sí, obvio, si está todo bien.
-¿Por qué dijiste que todos tus novios fueron bagayos?
-Pero al final me quedé con Bruno, que es un bombón. Yo era muy bagayera; tenía mal gusto de verdad. Era muy gracioso porque entrábamos a un boliche y mis amigas decían: "¡Qué hija de puta, mirá cuál le gustó!" Siempre apuntaba al más feo, pero lo peor era que, convencida, decía que me gustaba.
-¿ Tenías mucho levante?
-¡Qué sé yo! Era muy flaca, casi escuálida. Pero no por no comer sino por genética. En Santiago me costaba subir de peso, incluso tomaba vitaminas y nada. Empecé a engordar cuando vine a Buenos Aires. Supongo que fue por angustia oral y porque extrañaba mucho. Igual, mi meta era trabajar y progresar. Capaz era la secretaria de Marley en Teleshow y eso para mí era todo: me grababa y me encantaba porque eso era mi logro. Así que si bien extrañaba, en la balanza pesaba más el desarrollo personal.
-A los 19 te operaste las lolas, ¿ volverías a pasar por el quirófano?
-Sinceramente, ahora no pisaría un quirófano ni loca porque tengo a Felipe esperándome en casa. Hoy, mi cabeza dice eso.
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