Sunday 29 August 2010

Así se casó Pamela David - Marzo 2008


Buenos Aires, 5 de marzo.- Él llegó a las 11 en punto y se ubicó frente al altar. Smoking blanco impecable, zapatos acordonados del mismo color, terminados en punta, corte de pelo desmechado con reflejos... rubios. Bruno Lábaque, 31 años, 1,78 de altura, soltero (hasta ese momento), debía esperar todavía más de media hora para comenzar el ritual que lo convertiría en un hombre felizmente casado.
Ella llegó en un Audi gris oscuro metalizado, conducido por el padre del novio, que se estacionó en la entrada de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Villa Allende. Durante varios minutos, un enjambre de fotógrafos y camarógrafos intentó captar los movimientos de una sombra que se adivinaba detrás de los vidrios polarizados.
Cuando la paciencia del novio aflojaba y el nerviosismo se traducía en reiteradas miradas hacia el atrio, la novia iluminó la mañana. Pamela David, modelo, actriz y vedette, 29 años, soltera, comenzaba a desandar el camino desde la tapa de Playboy al altar que la convertiría en una mujer felizmente casada.
Entre aplausos y empujones, la novia se tomó incluso unos minutos más en el atrio para que su estilista le hiciera los últimos toques al peinado y chequeara el vestido strapless: blanco, como Dios manda en estas ocasiones. Empujando sus pechos hacia arriba y abierto hacia abajo en un gran óvalo que permitía ver la piel casi hasta la altura del ombligo, como Dios manda para la unión en matrimonio de la morocha más sexy que haya pisado la nave en cruz de la parroquia del Carmen.
Bien espontánea. La ceremonia, ayer por la mañana, fue amena y desacartonada. Al principio, la voz del sacerdote, ayudada a medias por un micrófono, debió luchar contra el ruido ambiente y los continuos comentarios de los presentes: estaban Diego Osella y otros lungos de Atenas, el equipo de básquet para el que Lábaque aportó 9 puntos contra Sionista en la noche del domingo, previa al casamiento.
No estuvieron Marcelo Milanesio ni el actual vicegobernador Héctor “Pichi” Campana: ambos ex compañeros de Lábaque se sumarían directamente en la fiesta prevista para después del mediodía en la estancia La Angelina de Unquillo.
Sí aportaron Emilio Disi y Diego Pérez (compañeros de elenco en la obra Money Money, con la que Pamela volvió a las tablas este verano en Villa Carlos Paz); su inseparable amiga Celina Rucci; así como Pablo Granados y Martín Ciccioli, conductores del programa televisivo Fuera de foco, al que Pamela habría renunciado para pasar más tiempo con su hijo Felipe.
El pequeño fue precisamente el protagonista de una de las escenas más tiernas.
Estuvo en manos de abuelos y otros parientes y después ocupó el centro de la escena. Tras el “Sí, quiero” de mamá y papá y antes de la bendición de los anillos, Pamela tomó en brazos a Felipe, quien luego fue cargado por Bruno en medio de suspiros generalizados. El cura intentó incluso traer de nuevo al niño junto a sus padres hacia el final de la ceremonia, pero la mamá insistió para que lo dejaran tranquilo.
Una epístola de San Pablo que el sacerdote leyó cambiando la palabra “amor” por los nombres de los esposos, enumerando obligaciones y responsabilidades de la vida en común, marcó el punto más solemne de la boda, que sin embargo siempre se desarrolló en una atmósfera de alegría, espontaneidad y emoción compartida.
Hubo risas al final y también al principio. En la antesala, mientras se esperaba la llegada de la novia, Pablo Granados (con una peluca negra estilo heavy metal, que se sacó recién cuando entró al templo) se había puesto la camiseta de cómico full time e improvisó un mini show en la puerta de la iglesia.
Mientras un grupo de periodistas entrevistaba a Emilio Disi, le pidió el micrófono a un notero de Canal 10 y encaró al actor con bromas y preguntas sobre el novio. Más tarde, dentro de la iglesia, una señora desafió el sentido del humor de Granados confundiéndolo con otro: “¡Pachu!”, le dijo mientras lo abrazaba efusivamente y sin pedir permiso.
Flashes, arroz y claritos. Para salir, los novios debieron dar una lección de simpatía y solicitar cordialmente a periodistas y curiosos que los dejaran saludar a sus familiares y amistades.
Tanto los famosos y los cientos de desconocidos que se reunieron en la iglesia estaban armados de cámaras y celulares para capturar el momento. No faltaron las metrallas de flashes ni el arroz, aunque se extrañó el consabido “Vivan los novios”.
Ya en la puerta, Lábaque se calzó unos lentes oscuros para atenuar el sol del mediodía. “¿Viste? Él se hizo los claritos”, fue el comentario que dejó oír una vecina que aprovechó el evento para condimentar la tranquila mañana de lunes con un poco de emoción mediática.
 
http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=269657

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