Thursday 26 August 2010

“¡Me casé! No lo puedo creer…” - Paparazzi - Marzo 2008

Llegó el gran día! La morocha y su novio, el basquetbolista Bruno Lábaque, se casaron en Córdoba el lunes 3 de marzo. Hubo 250 invitados, pero uno en especial: Felipe, el bebé de la pareja, que observó la hermosa ceremonia en brazos de su papá. Una boda de ensueño…




Me casé! No lo puedo creer…” La felicidad, siempre tan difícil de poner en palabras, fue definida por Pamela David con simpleza y contundencia. Alcanzó con que dijera apenas dos frases para que todos comprendieran lo que sentía. Es verdad que también ayudó su sonrisa, que se impuso sobre los nervios y la ansiedad. Y también sus ojos, que pestañeaban a puro destello. Pero además su felicidad se traslucía en la manera en que miraba a Bruno Lábaque, el muchacho que desde el lunes 3 de marzo es su esposo; y desde mucho antes el hombre de su vida. Porque es también el padre de Felipe, el hermoso bebé que en unos años mirará las fotos y se emocionará al encontrarse en los brazos de su papá, recibiendo el besó de su mamá. Y así sabrá de la emoción de Pamela y Bruno ese día tan especial…

La previa. “No veía el momento de ponerme el vestido blanco y llegar a la iglesia. Las horas no pasaban más…” La morocha arrancó su día con pleno sol, a las 9.30. Desayunó livianito junto a su hijo en su casa del country Las Delicias. Un rato más tarde recibió a Claudio Cosano, quien le diseñó el vestido de novia. Después la maquillaron y la peinaron (le hicieron un tocado con cristales de roca), hasta que su papá, Alberto, pasó a buscarla. Tomada de su brazo con firmeza, para disimular cualquier temblor, llegó a la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Villa Allende unos minutos después de las 11, en un imponente Audi A6. Apostados en la entrada, unos 100 curiosos buscaron un beso de Pamela con la misma ansiedad con que las solteras se disputan el ramo de la novia. Al fin se abrieron las puertas y sonó el Ave María. En la punta de la alfombra roja la esperaba Bruno…

La ceremonia. Los más de 250 invitados que colmaron la parroquia cumplieron con la premisa de vestirse de blanco o negro. Celina Rucci, que llevó jeans, fue la excepción. “En el aeropuerto me dijeron que mi valija venía en el próximo vuelo. Y tuve que aparecer en la boda con lo puesto”, se justificó la vedette, quien no fue la única famosa. Diego Pérez y su mujer, Mariela, fueron los primeros en llegar. También estuvieron Emilio Disi, Ginette Reynal, Pablo Layús, y el plantel completo de Atenas de Córdoba, el equipo de básquet donde juega Lábaque. Además de Pablo Granados y Martín Ciccioli, compañeros de David en Fuera de Foco, y familiares y amigos de los novios. El gran ausente fue Nicolás Scarpino, que debió quedarse trabajando en Buenos Aires. El diseñador Daniel Casalnovo se ocupó del traje de Bruno: un jacket en crepé italiano blanco, rematado por un reloj Armani. ¿Y el vestido de Pamela? Lo más comentado de la tarde: de raso y seda natural, con una falda de encaje con 100 voladitos de tul, y una cola de cuatro metros bordada en cristales, valuado nada menos que en 10.000 pesos. Los zapatos eran de charol blanco con plataforma. Así, blancos y radiantes, los novios se juraron amor eterno. Y allí estaba el pequeño Felipe, la prueba rotunda de este amor.

En nombre de la Ley. Si el ceremonial habitual establece que los novios primero se casan por Civil, y después por Iglesia, Pamela y Bruno rompieron las reglas. “Dios nos lo permitió”, bromeó la actriz. En la estancia La Angelina sellaron su unión ante la jueza de Paz Silvana Faqueta. Felipe siguió el acto sin derramar ni una lágrima, sentado sobre la falda de su mamá. “Todo me parece un sueño –confesó Lábaque–. Desde que la conocí, supe que iba a ser la mujer con la que compartiría toda mi vida…”

La fiesta. ¡¡Y qué fiesta!! También fue en la estancia, en un enorme salón. Los invitados se distribuyeron en mesas redondas de manteles blancos y caminos negros, sobres los que se extendieron lentejuelas negras y plateadas, con dos plumas como centro de mesa. Una vez allí, los novios cambiaron su vestuario. Pamela eligió un mini short negro con un corset, y Bruno pantalón de otomán negro, camisa blanca y zapatillas. Hubo distintos espectáculos, desde un show al estilo Chicago, hasta el desfile de una comparsa. Varios, como los novios, se zambulleron en la pileta, mientras que otros se tiraban de todo de mesa a mesa. Y todos –¡pero tooodos!– bailaron hasta la medianoche, cuando los cuerpos exhaustos dijeron basta.

Pero, ¿hay más? Hummm, puede que sí… Porque al otro día de la fiesta comenzaron a circular rumores de embarazo. “¿Cómo voy a estar embarazada? No, no… ¡Con todo lo que tomé y fumé en la fiesta!”, dijo Pamela, con una sonrisa. Y agregó: “Está buenísimo todo lo que viví ayer. Pero fue muy fuerte…” Y debe ser cierto. Se intuía en su sonrisa. Y se sospechaba en sus ojos.
Noelia Santone y Martín Fernández Paz

Fotos: Charly Sotto

http://www.paparazzirevista.com.ar/notaChicas.php?ID=1216

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