Monday 23 August 2010

“Nos separamos porque se nos terminó el amor a ambos” - Marzo 2010

● En un reportaje íntimo y conmovedor, la co-conductora de Animales Sueltos anuncia su divorcio del basquetbolista Bruno Lábaque, tras dos años de matrimonio y otros dos de convivencia.
● Entre lágrimas, la actriz y modelo habla de los motivos, la terapia de pareja, los conflictivos celos de Bruno, la reacción del pequeño hijo de tres años y sus miedos ante tamaña decisión.
● “Cuando se acaba el amor, por más que tengas un hijo, no vale la pena forzar una unión como pareja”, asegura.




Llora. Pamela David (31) llora. Sus lágrimas son la primera respuesta ante la pregunta inevitable, la de los porqués de un divorcio a dos años de haberse unido en matrimonio con el basquetbolista Bruno Lábaque (32), el padre de su único hijo, Felipe (3). “¿Quéres que paremos la entrevista y retomamos en un ratito?”, se le ofrece. “No, está bien, sigamos”, dice ella, pañuelo en mano, maquillaje corrido, dispuesta a poner por primera vez en su boca una realidad que le costó varios meses asumir públicamente: “Sí, finalmente decidimos separamos con Bruno”. Durante la nota, Pamela hablará de todos los interrogantes que surgen ante una separación, pero pedirá una sola excepción: no ahondar en los motivos por los que hoy su matrimonio está terminado. “Eso queremos que quede puertas adentro. Lo que sacamos en común con Bruno de tantas charlas y terapia, es que se nos terminó el amor a los dos. Y cuando pasa eso, por más que tengas un hijo, no vale la pena forzar una unión como pareja. Por suerte, coincidimos en que lo primordial es Felipe y queremos lo mejor para él, a diferencia de otras separaciones en la que los hijos son tomados de rehenes”. No hay pausa en el relato. Apenas un sorbo a la lágrima –vaya paradoja– que acaba de traerle la moza del bar. Pero Pamela necesita hablar, desahogarse, contar su verdad. Entonces sigue. “Lo que me carcomía la conciencia era sentirme la responsable de que Felipe no va a vivir más con su papá. Una cosa es decirlo y otra bien distinta, vivirlo. Es inexplicable la culpa”, dice, antes de quebrarse nuevamente. “Por eso la terapia de pareja sirvió para abrirme la cabeza, y convencerme de que si no había más amor de ambos, separarnos era lo mejor para Felipe”, agrega.
–¿Cuándo decidieron comenzar con la terapia de pareja?

–Después de una situación que viví a mediados del año pasado, cuando mi papá (Beto) tuvo una internación por un pico de estrés. Yo estaba con mucho trabajo entre El Zorro y la revista de Nito Artaza en teatro, y Animales Sueltos en tevé. Y me asusté mucho, sentí que en cualquier momento lo podía vivir yo, sobre todo porque por mi exposición necesitaba estar bien, con la mejor sonrisa, entonces me guardaba todo. Tenía miedo de enfermarme. Mi terapia era llorar en el auto, desde la carpa de Puerto Madero al teatro Broadway, del teatro Broadway al estudio de América, y de América a mi casa en Núñez. En mi casa no podía llorar, porque Felipe me tenía que ver feliz, y si me quebraba, fingía que lloraba de felicidad.
–¿Antes habías hecho terapia personal?

–No, jamás, nunca había sentido necesidad. Y él tampoco. Pero fue de común acuerdo que empezamos. Lamentablemente por diversos motivos empezamos recién en diciembre. El terapeuta nos dijo: “Acá hay parejas que vienen con fisuritas; ustedes vinieron con la pareja totalmente hecha pedazos”. La terapia me hizo reafirmar la percepción de que no era sano seguir así... y la vida es corta. Hay un montón de cosas que pasaron, pero no quiero entrar en detalles porque cada pareja es un mundo. Prefiero reservarlo, sobre todo para resguardarnos a nosotros y nuestras familias del comentario hiriente de la gente, que es inevitable al ser una persona pública.
–¿Creés que de haber empezado antes la terapia podrían haber salvado la pareja?

–A lo mejor con más tiempo se podría haber salvado, pero no me gusta especular con eso, nunca lo sabré. Yo pensé que me casaba para toda la vida (vuelve a quebrarse). Mirá que pasé momentos duros en mi vida, infortunios que tienen que ver con Dios (perdió dos embarazos luego de tener a Felipe) y otros que uno los crea. Y de éste me siento totalmente responsable. Pero es necesario para pasar a otra etapa en mi vida.
La historia de amor. Pamela y Bruno comenzaron a salir en septiembre de 2005. Y en abril de 2006 decidieron separarse. “Pero en el último encuentro, que venía a ser de despedida, quedé embarazada. Sentimos que la llegada de Felipe era un mensaje para ambos. Como algo mágico. Además yo tenía 27 años y estaba con ganas de sentar cabeza. Entonces aposté a formar una familia con Bruno. Y al principio marchó todo muy bien”, recuerda.
–Tan bien que después de que Felipe cumplió su primer año de vida, decidieron casarse el 3 de marzo de 2008.

–Sí, pese a que siempre estuve alejada de la Susanita que sueña con casarse de blanco. Basta con ir a los archivos y ver mis primeras notas. Nunca me llamó la atención el matrimonio, no le veía la gracia. Pero para Bruno era importante casarse, entonces lo hice por amor a él. Pero hoy me di cuenta de que uno no puede atarse a un matrimonio, porque los sentimientos no se pueden manejar.
–¿Los motivos por los que se iban a separar antes de quedar embarazada son los mismos por los que terminan hoy?

–No. Igual no hay un motivo puntual. Quizá alguno más fuerte que otro, pero hubo una sumatoria de cosas que dejamos pasar y fueron desgastando hasta matar al amor.
–¿Los celos de Bruno, que. dejabas entrever en las notas, fueron un motivo?
–Sí, entre muchos otros. Yo lo daba a entender incluso como mensaje hacia él. Los celos son entendibles, porque soy una mujer que aparece con poca ropa en las revistas y habla de sexo. No trabajo en Utilísima. Pero lo que no entendía era la desconfianza. Eso no era justo. Mi vida era trabajar, cuidar a Felipe y viajar a Córdoba en mi día libre.
–¿Los celos derivaron en fuertes peleas?

–Eso ya sería entrar en detalles, y prefiero guardármelos. No para dejar la duda instalada, sino porque no queremos contar detalles de los motivos.
–En toda separación surge la pregunta de los terceros en discordia. ¿En este caso hubo?

–No, pero es bueno que me lo preguntes, porque sé que van a surgir esos rumores, como sucede siempre en un caso así. Pero te puedo asegurar que cuando tenés un chico tan chiquito, es como que ni se te pasa por la cabeza. No tenés ojos para otra cosa que tu marido y tu hijo.
–¿Tu hijo cómo lleva la situación?

–Bien. A Felipe no lo hicimos partícipe de nuestros conflictos. Nunca discutimos delante de él, ni siquiera escuchó las charlas, porque entiende todo. Bruno le dijo algo muy piola: “Mamá tiene que cuidar una casita, y papá la otra”. Los psicólogos nos dijeron que no hay que sobrecargarlo de información, porque ellos se dan cuenta de todo. Cuando quiera saber, va a preguntar solito.

Lucas Beltramo. Fotos: Carlos González y Editorial Atlántida.

http://www.paparazzirevista.com.ar/notaEntrevistas.php?ID=2479

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